Paul Capdeville tiene un espacio ganado en la historia de nuestro tenis. Es el sexto jugador nacional con mejor ranking ATP en los últimos treinta años, con una serie de logros sumamente importantes, y aún así hay un mito popular sobre su verdadero nivel que persiste en el tiempo.
Hace poco circuló en Twitter una foto de su tarjeta de vacunación, a la que se pudo acceder tempranamente por las secuelas de una operación al pulmón que lo afectó hace algunos años, cuando ya estaba retirado. Sin embargo, alguien que no sabía eso preguntó con ingenuidad qué tipo de comorbilidad podía tener alguien con pasado de deportista de elite. “Es enfermo de malo” le contestó un interlocutor anónimo, como suele haber en esa red social.
Este mito no se sustenta con cifras, ni tampoco con lo que vimos en cancha quienes lo conocimos. Recordemos algunos de sus logros.
Fue 76° del mundo (en los últimos 30 años sólo superado por Ríos, González, Massú, Garin y Jarry). Lo obtuvo el 18 de mayo de 2009. Ese año fue semifinalista en el ATP de Estoril, cuartofinalista en Viña del Mar, campeón del Challenger de Binghamton… y le sacó un set a Andy Murray en segunda ronda del US Open. Entre los jugadores que derrotó están David Nalbandian, James Blake, Nicolas Kiefer, Greg Rusedski, Rainer Schuettler, Tommy Robredo y Kevin Anderson; todos ellos fueron top 5 en algún momento de su carrera.
Jugó veinte finales de Challenger, ganando diez de ellas, y sumó un título ATP en dobles (en Viña del Mar). Jugó once torneos de Grand Slam, pasando siete veces a segunda ronda, y consiguió medalla de bronce en singles y dobles de los Juegos Suramericanos Santiago 2014. Ganó 11 partidos por Copa Davis, en una década defendiendo el equipo nacional.
Es verdad que hubo jugadores chilenos con muchos más logros, pero ¿Saben lo difícil que es ser top 100 del mundo en el tenis profesional, y cuantos tenistas lo logran en su carrera? ¿Saben lo que es ganar diez Challengers? En ese mismo período cientos de chilenos han conseguido puntos ATP, y por ranking Paul es el sexto de ellos, y undécimo de todos desde la creación del ranking ATP en 1973.
Concedamos que sus declaraciones podían ser un poco complejas. A veces no se entendía bien que quería decir, o lo decía en el momento o con el tono inadecuado. Tuvo encontrones olvidables y discusiones en los medios. Pero eso no desmerece en lo más mínimo su carrera como tenista, ni la validez de sus logros, ni el esfuerzo ni la persistencia con que luchaba en cancha.
A veces daba gusto verlo jugar. Cuando le ganó a John Isner en la Davis en Santiago, en cinco sets de infarto: 6-7, 6-7, 7-6, 7-6 y 6-4, con un único quiebre en el quinto set. Dos días después, llegó a estar 6-4 y 3-1 sobre Andy Roddick, y el ex número del mundo tuvo que poner todo lo que tenía para sacar adelante el partido. Otros días daba la impresión de no lograr meterse en el partido, y quizás eso quedó más en la retina de mucha gente. O la comparación con Nicolás Massú y Fernando González, que eran tres años mayores que él y tuvieron más logros en el mismo periodo.
Creo que es justo recordarlo como lo que fue: uno de los mejores jugadores que ha tenido Chile en el circuito ATP. No dejemos que el mito y los chistes fáciles nos hagan olvidar eso.