Nicolás Jarry está de regreso. Muchos lo creían imposible por diferentes razones que rodean la dura carrera profesional de un tenista. Pero el nieto de Jaime Fillol pasó a ser parte del insigne grupo de jugadores que lo consiguió.

Atrás quedaron cuatro años de múltiples trabajos en búsqueda de respuestas, alusivas al juego en sí como a otros aspectos importantes en el alto rendimiento, como lo es lo psicológico. Más aún si, tras alcanzar la elite del tenis mundial, debes asumir un castigo por un doping involuntario.

Todo muy cuesta arriba para un jugador que alcanzó la casilla 38 del ranking ATP durante la temporada 2019. Pero Nico lo intentó, no se rindió y trabajó en silencio, con el apoyo de su familia y advirtiendo los mencionados aspectos que debía solucionar, como confesó tras levantar el título del ATP de Santiago.

Por ese transito pasaron más tristezas que alegrías. Adversidades de las que sacó importantes lecciones para dar el salto de regreso hacia el ATP Tour.

Tras la serie de Copa Davis frente a Eslovenia en Viña del Mar el 2022, donde fue factor para avanzar a la primera ronda del Grupo Mundial 1, Nico se vistió de héroe en Lima, siendo fundamental en el paso del equipo nacional a las Qualifiers. Un aviso de lo que vendría.

El comienzo de la temporada 2023 no pudo ser mejor. Luego de una derrota inadvertida en el comienzo del Challenger de Camberra, el ahora número uno del país sorprendió en el Abierto de Australia con tres rondas ganadas en la clasificación para volver a las victorias en el cuadro principal de un Grand Slam.

Otra vez la Copa Davis sería factor en este renacer, con una inapelable victoria frente a Alexander Bublik en la serie frente a Kazajistán en La Serena, que marcaría el regreso del equipo liderado por Nicolás Massú a las Finales de la máxima competencia del tenis por países.

La mesa estaba servida para reverdecer laureles. Al igual que en el major australiano, Nico vino de atrás en el ATP 500 de Río, superando la qualy para derrotar a rivales que le sacaban varios puestos de ventaja en el ranking mundial. Sólo el número dos del mundo, el español Carlos Alcaraz, y en semifinales, fue capaz de oponer resistencia a un Jarry que confirmaba su retorno. Todo ello lo ratificó en casa. En el Chile Open consiguió su segundo titulo ATP, en una semana de ensueño para el deporte más exitoso de nuestro país.

El dulce presente de Nicolás Jarry no es casualidad. Se explica en el querer trabajar por revertir lo malo. Es el deseo de renacer de las cenizas. Es un fabuloso ejemplo de resiliencia, de los mejores, aplicable para todo orden de cosas. Es un mensaje de que se puede salir adelante, aunque todo pareciera indicar lo contrario.