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El valor de la estadística

Muchas veces la estadística aparece como medio para resolver discusiones tenísticas sobre qué jugador es mejor. Es verdad que nuestro deporte usa rankings para determinar eso, y que los resultados tienen más que ver con puntaje que con otra cosa, pero también es cierto que comparar datos numéricos de épocas distintas puede llevar a confusiones o malentendidos.

Hasta 1973 no existían rankings oficiales en el tenis. Como en otros deportes, había campeonatos nacionales que determinaban quien era el mejor del año, y también había campeonatos internacionales de mucho prestigio, pero también había gran cantidad de rankings informales, hechos por periodistas en base a los resultados que cada jugador obtenía en los distintos torneos.

E incluso desde la creación del ranking ATP en 1973, seguido del ranking WTA en 1975, la cantidad de torneos que sumaban puntos varió muchísimo, y hay épocas completas que no son comparables. En alguna época el ranking masculino incluía torneos de Grand Prix, los Grand Slams  e incluso torneos del WCT, algunos de los cuales tenían apenas cuatro jugadores y eran más que nada demostraciones con puntaje. Los montos que se pagaban eran muy inferiores a los de hoy, por lo que un jugador top debía jugar mucho más que un jugador moderno para poder mantener su ranking y ganar suficiente dinero para vivir tranquilo en un estándar alto.

Esos primeros rankings de los años ’70 tampoco tenían tanta regularidad, eran hechos casi a mano y solo con los torneos de mayor nivel (recordemos que los Challengers fueron inventados en en 1977). Recientemente se hizo muy famoso un documental sobre Guillermo Vilas, quien oficialmente nunca fue número 1 del mundo, y la pieza fílmica relata la historia de un periodista argentino (Guillermo Puppo) que demostró que Vilas hizo los merecimientos reglamentarios para serlo, y solo no lo fue porque en las semanas en que debería haber sido número 1 la ATP no actualizó el ranking. ¿Eso hace a Vilas inferior a muchos otros que si fueron número 1? La respuesta es si o no, dependiendo de que valor le asignemos a la estadística deportiva.

En los tiempos modernos las discusiones se centran sobre quien es el mejor entre Roger Federer, Novak Djokovic y Rafael Nadal. Y la verdad es que los tres tienen méritos para ser considerados el mejor. Federer tiene más títulos (en general y de Grand Slam), y es reconocido por su elegancia y clase al jugar, pero Nadal tiene una mentalidad fantástica y un nivel de dominio sobre la arcilla que ninguno más tiene sobre una superficie en especial. Djokovic, en tanto, ha sido más semanas número 1 que cualquiera de los otros dos y es capaz de vencerlos de manera reiterada. ¨¿Nos sirve la estadística en este caso? Sí y no. Ella es un buen reflejo de lo que cada uno de ellos ha logrado, pero la decisión de quien es el mejor no es puramente numérica. Cada uno de ellos tiene un carisma propio y rasgos que los diferencian, y que nos hacen preferirlos respecto de los demás.

La discusión sobre quién es el mejor siempre existirá. Habrá gente que dirá que tal jugador era mejor pero las estadísticas no lo muestran porque jugó pocos años, o tuvo lesiones, o incluso (a nivel nacional) que nunca pudo destacar en rankings porque no tenía suficientes recursos para viajar. Es una de las gracias de nuestro deporte blanco, que reconoce los logros pero también valora el gusto personal del espectador de un partido.

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